05 septiembre 2009

Entre tapa y tapa (Vol.5)...un poco de campo por favor!!

Lo reconozco, me gusta más el campo que a las amapolas, y en verano "necesito" hacer excursiones campestres. Este año por circunstancias no he podido veranear en el pueblo, y no he podido hacer ninguna de las muchas rutas que se puede hacer por los alrededores o incluso más cerca del Parque de Gredos y es que, a pesar del desolador incendio que ha acabado con parte de la zona, el sur de Ávila es de lo más apropiado para estar en contacto con la naturaleza.
Para recargar las pilas unos amigos me prepararon una ruta cerca de Navacerrada de lo más apropiada, teniendo en cuenta que el año pasado estuve ocho meses con muletas y llevo a mis espaldas casi año y medio de rehabilitación. Con todo y eso andamos 8km aprox. en total, pero el terreno era llano y durante todo el trayecto tuvimos sombra.

Salimos del barrio bien tempranito y paramos en Navacerrada pueblo a comprar el pan. La panadería-pastelería (Pastelería "Navacerrada" C/Iglesia nº 12) que elegimos fue todo un descubrimiento, era algo más que el prototipo de pastelería de pueblo al que soy adicta...tenía terracita y una extensa carta de desayunos y meriendas.
Por no hablar de su escaparate...

Después continuamos hasta el Puerto de Navacerrada y aparcamos el coche en el primer puente tras bajar las Siete Revueltas, al lado de una fuente de lo más ornamental.

Bajamos por el terraplén del arcén hasta el cauce del Río Eresma, y dirección Segovia, lo recorrimos hasta el primer puente de madera. Cruzamos al otro lado y seguimos hasta que nos cansamos...(es lo bueno de esta ruta, que si uno quiere puede llegar a La Granja). Llegamos hasta la zona conocida como Boca del Asno y dejando a un lado la parte más dominguera, con ese hambre que produce el campo, sacamos la meriendilla...

Tortilla, ensalada campera, croquetas, chorizo y queso de pueblo, filetes empanados... Recuperamos fuerzas enseguida y en pleno sopor siestil disfrutamos del paisaje y el curso relajado del río.

Por la tarde, recorrimos lo andado aunque el camino de vuelta no fue tan liviano como el de ida. Camino a Madrid paramos en Cercedilla a tomar un refresquito que buena falta nos hacía.
Otra opción hubiera sido ir dirección a La Granja y parar en las Ocas Salvajes, él único irlandés de los alrededores, donde suelo parar siempre que me muevo por la zona...y es que es un sitio que realmente me gusta, aunque el dueño decidiera hace tiempo quitar aquel sofá súpercómodo que había delante de la TV donde era una gozada tomar un café o una infusión, que tan bien sirven.

Lo mejor del día fue por supuesto la compañía y respirar aire puro, pero sobre todo comprobar que tengo recuperada la pierna al 98%...