30 junio 2008

Entre tapa y tapa.

Entre tapa y tapa a veces me da por pensar en la curiosa importancia que la cultura del tapeo o de los bares tiene para los españoles. Es asombrosa la cantidad de material que se puede encontrar en internet realizando una simple búsqueda de blogs gastronómicos o por cultura del tapeo, por no hablar de que en los bares siempre hay gente, independientemente de que haya crisis económica o que nos cueste más llegar a fin de mes.



Por un lado destaca la importancia que le damos al comer bien. ¿Qué es lo primero que un español te va a contar del extranjero,de las vacaciones,o del hotel donde se ha hospedado? Si ha comido bien o mal. Es más, lo suyo es recomendar un sitio de veraneo en función de la calidad de los guisos y del buffet. Por otro lado destaca la importancia social de ir al bar, porque lo bueno es ir con amigos y hablar y reir aparte de beber y comer. Cuando uno está de baja se da perfectamente cuenta de ello: no se quita la espinita con una cervecita casera y una bolsa de cheetos. Y es que ir "tomar un algo" no es sólo comer y beber en el bar.
Por esta razón la mayoría de los españoles dedicamos una importante porción de nuestro tiempo libre a ir de tapas, y eso inevitablemente se trasmite de padres a hijos. Quizás en los pueblos esta "herencia" se vea más claramente, por lo menos yo soy más consciente de ello en el pueblo. Recuerdo cómo mis abuelos con su cuadrilla, cada domingo después de misa de 12, iniciaban una ruta por cada bar tomando un chatillo y un picho; mientras que yo, con mi paga dominical, iba con mi pandilla a tomar un naranjillo y una croqueta o unas bravas. Y resulta curioso ver cómo a día de hoy la gente se sigue repartiendo en cuadrillas los domingos para recorrer los bares. También recuerdo con 8 ó 9 años más o menos, cómo mi padre me llevó por primera vez a la Casa del Abuelo en Madrid (cuando se trataba de una taberna auténtica, sin merchandising y con camareros de estos de toda la vida) a comer gambas al ajillo, mientras que él se deleitaba el paladar con un chato de garnacha, de esos a lo que me aficioné más tarde. Con estos antecedentes, ¿cómo no voy a encontrar atractivo salir a tomar una buena tapa? Es parte de la cultura que me han transmitido.

Hablando de estas cosas me han entrado unas ganas de comer
unas peluchonas en mi pueblo...