¡Vivan los bollos preñaos! Fue lo primero que pensé nada más ver la bolsa que Elena había traído de Chinchón. Siempre me ha llamado especialmente la atención este pedazo de invento, hotdog a la española diríamos a modo de gregería. La verdad es que denominar bollu preñáu a cualquier tipo de bollo relleno de chorizo es un sacrilegio, porque los auténticos preñaus son los hechos con materias primas asturianas o cántabras y presentan "ombligos" en los extremos. 

Los bollos de Chinchón directamente los podríamos denominar panes con chorizo... panes tamaño bocata de calamares (para entendernos) y chorizo de pueblo más castellano imposible. Sin duda otra razón más pasa visitar este bello pueblo madrileño, Elena los compró en la panadería que hay en el Nº34 de la Plaza Mayor.
Cuando tengo mono de preñao suelo ir a alguno de los muchos bares asturianos que pueblan Madrid (no descarto preparar una ruta, previo aprovisionamiento de sal de frutas). Los que hacen en La Camocha (C/Fuencarral 95, Madrid) están muy ricos:
Emplear el término "preñao" para definir a estos panecillos es aún más original si cabe, e incluso le dota de personalidad a este manjar. Suena como más a pueblo, a fiesta y a comida en el campo. Por eso si puedo elegir, prefiero degustar este manjar en las ferias de los pueblos...sobre todo en esos mercadillos que, con ocasión de la festividad local de turno, aglutinan interesantes puestos de productos locales difíciles de encontrar en la ciudad.
Todavía recuerdo el bollo que degusté en las fiestas de Laredo del año pasado: un preñao de txistorra recién hecho que habían preparado unos giputxis de lo más simpático. La verdad es que ese mercadillo ha sido de lo más variopinto que he visto en cuanto a bollos de este tipo.


Claro que lo suyo hubiera sido hacer una escapadita el verano pasado para ver y probar el bollo de 30 metros que prepararon en la Feria de Muestras de Asturias. Eso es un bollu de record y lo demás es tontería... ¿repetirán la gesta este año?